La condenación sobre la gran ciudad de Nínive se debía a su gran maldad, violencia y crímenes. Desde el punto de vista humano, era imposible que se arrepintieran. Es más, la misma vida del profeta debió haber estado en peligro por haberles ido a predicar. Pero pasó lo impensable: el pueblo creyó el mensaje de Jonás y se arrepintieron de sus pecados. Toda la nación, desde el Rey hasta la gente más pobre, todos se vistieron de ropas ásperas, y ayunaron, pidiendo a Dios que tuviera misericordia. Hay algo que debemos aprender del carácter de Dios: Él es grande en misericordia. Él es perdonador. Él da segundas oportunidades. Él se deleita en salvar. Pero Él también es justicia. Él es el Juez justo de toda la tierra. Y Él también derrama sus juicios. Por eso es importante el arrepentimiento. Y así como se han derramado sus juicios a través de la historia, muy pronto llegará el juicio final. Y nuestra única esperanza es creer en Jesús, y arrepentirnos de todo corazón. Que el Señor te bendiga.