Este capítulo comienza con la angustia y la tristeza de los discípulos. Jesús les acababa de decir que ya no lo verían más. Jesús estaba por irse, y ellos no lo podría seguir. Pedro afirmó que seguiría a Jesús a donde fuera, y que estaba dispuesto a dar su vida por Jesús. Pero Jesús le reveló a Pedro que muy pronto él lo negaría 3 veces. Todos quedaron desconcertados con estas palabras de Jesús. Ellos no querían separarse de su Maestro. Jesús, para animarlos, les da las promesas más grande del Nuevo Testamento:
1) Volveré. Me estoy yendo a preparar un lugar para ustedes en el cielo. En la casa del Padre, hay muchas mansiones. Y cuando todo este listo, vendré a buscarlos para que estén conmigo. ¡Qué gran noticia! ¡Jesús muy pronto nos vendrá a buscar! ¿Te gustaría vivir en la casa del Padre?
2) Les voy a enviar al Espíritu Santo. No se quedarán huérfanos. A través del Espíritu Santo Jesús va a morar en nuestros corazones. La mayor garantía de la salvación, es el Espíritu Santo haciendo morada en nuestros corazones. Él nos guiará a toda la verdad.
Jesús es la única forma de llegar al cielo. Debemos creer en Él y debemos guardar sus mandamientos. Debemos vivir en armonía con su Ley. Debemos adquirir la mentalidad del cielo, y prepararnos para vivir junto a Dios. Solo Jesús puede hacer ese cambio en nuestras vidas. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Aférrate a Jesús, y espera su regreso. NO TE DESANIMES. NO TE ANGUSTIES. NO DEJES DE CREER. Que el Señor te bendiga.
