Después de la muerte de Josué, el libro de jueces nos muestra que se dejó un vacío en el liderazgo humano. Moisés pidió al Señor dejar un sucesor, para que Israel no quedara como ovejas sin pastor. Y Dios les levantó a Josué. Pero por alguna razón Josué no pidió lo mismo. Y la nación sufrió por la falta de un líder visible. Es por eso que vamos a ver que Dios levantó a los jueces, que en realidad eran libertadores. Israel estaba por sufrir las consecuencias de la desobediencia, ya que el mandato era destruir a todos los cananeos, o expulsarlos; pero por razones que no se explican, Israel decidió no hacerlo. Y cuando sus enemigos los comenzaban a oprimir, ellos clamaban al Señor, y el Señor les daba un libertador. Todos estos libertadores, de alguna forma nos hacen pensar en el libertador máximo, el Mesías, que Dios envió siglos después. Dios siempre oye el clamor de los que sufren, y es fiel a sus promesas. Dios siempre ha sido el Rey y el Pastor de su pueblo. Puedes clamar, que Él siempre te oirá. Que el Señor te bendiga.