Esta es una historia verdaderamente épica. Era una batalla desigual: 135.000 madianitas, contra tan solo 32.000 israelitas. Pero Dios le dijo a Gedeón, que aún eran demasiados israelitas. Entonces se autorizó a los que tuviesen temor, que volvieran a sus hogares. 22.000 regresaron. Quedaron solo 10.000. Y Dios dijo que aún eran demasiados. De entre ellos, Dios eligió tan solo a 300. Con tan solo 300 hombres, Dios y Gedeón derrotarían a los 135.000 madianitas. El honor de la victoria, tenía que pertenecer a Dios. Dios es quien pelea nuestras batallas. Dios es quien nos da la victoria. Nunca debemos pensar que vencemos gracias a nuestra fuerza o a nuestros números. Dios puede dar la victoria con tan solo un puñado de personas. Para Dios no hay nada imposible. Que el Señor te bendiga.