De todas las historias de la Biblia, todo lo concerniente a la resurrección de Jesús debe cautivar toda nuestra atención. Primero, porque Lucas nos relata los hechos con toda sinceridad. Cuando las mujeres volvieron a contar que la tumba estaba vacía, y que Jesús había resucitado, los discípulos no les creyeron. Pensaban que estaban locas. Dos de ellos, se regresaron a su pueblo, Emaús, llenos de tristeza y decepción. Sus sueños estaban rotos. Su esperanza, destrozada. Ellos creían que Jesús había venido a restaurar el Reino de Israel. Ellos soñaban con un Reino restaurado. Pero Jesús no había venido a derrotar a los Romanos. Jesús había venido a sufrir y a morir por los pecadores. Y antes de darles la buena noticia de que Él estaba vivo, les dio un tremendo Estudio Bíblico. Les mostró todo lo que las Escrituras declaraban acerca de lo que tenía que pasar con el Mesías. Me parece increíble que teniendo las Escrituras, los discípulos nunca hubiesen entendido que el Mesías tenía que sufrir, y tenía que morir. Solo después del Estudio Bíblico, ellos se dieron cuenta que quien hablaba con ellos era Jesús. Pero entonces Jesús desapareció. Y ellos, aunque era de noche, volvieron corriendo a Jerusalén. Recorrieron los 11 km velozmente, para contarles a los demás lo que habían vivido. Al leer esta historia, yo me pregunto: Cuantas veces nosotros hemos estado en la misma situación: decepcionados, tristes, y sin esperanza, con nuestros sueños rotos y hechos pedazos. La buena noticia es: Cristo vive. Él venció la muerte. Y Él te ofrece el perdón de tus pecados. Él te ofrece la salvación. Él pronto vendrá a buscarte, para llevarte a su Reino Eterno. Él es el único que tiene el poder de devolvernos la esperanza y las ganas de vivir. Que el Señor te bendiga.