Jesús es experto en desbaratar falsos argumentos que demuestran el verdadero problema de los hombres: el corazón endurecido. Los judíos pueden ser muy inteligentes, pero lamentablemente esa inteligencia también la pueden usar para ir en contra de la voluntad de Dios. El matrimonio en los tiempos de Jesús se había vuelto algo muy común. Y todo gracias al rabino Hillel. Él enseñaba que uno se podía divorciar casi por cualquier razón. Su argumento era que Dios lo había autorizado en su Palabra. Pero Jesús nos enseña que Dios autorizó el divorcio por causa de la debilidad humana. Por la dureza de su corazón. Jesús enseña que la única causa bíblica para el divorcio es el adulterio. Quienes se divorcian por otras causas, y luego se vuelven a casar, están en adulterio. Con esto Jesús nos muestra lo sagrado y especial que es para Dios el matrimonio. Ya no son más dos. Son uno. En el matrimonio no pueden haber secretos. No pueden haber dos vidas separadas. Son uno. Deben estar muy unidos. Deben dejar a padre y madre, y unirse. No debemos separar lo que Dios ha unido. Que el Señor nos ayude a seguir este ideal, y no sucumbamos ante la dureza de nuestros corazones. Que el Señor te bendiga.