Juan el Bautista, aunque fue un gran profeta, no estuvo exento de pasar por un momento de dudas e incertidumbre. Estaba en la cárcel, y se preguntaba: Si Jesús es el Mesías, ¿por qué aún no me ha sacado de aquí? Jesús entonces dijo: Bienaventurado el que no halla tropiezo en mi. Otras versiones dicen: Feliz el que no duda de mi. Juan el Bautista estaba dudando. En su mente el Mesías tenía que acabar con las injusticias. Tenía que acabar con los Romanos. Pero esa no era la misión de Jesús. Jesús vino a sanar y a bendecir. Jesús vino a llamar a todos al arrepentimiento. Jesús mismo vino a morir por los pecados. ¿Cómo encontrar descanso para nuestras almas? Debemos confiar en Jesús. No dudes de Él. Es cierto que a veces no podemos entender todo lo que nos pasa. Pero eso no significa que Él no esté en el control. Debemos caminar con Jesús. Debemos arrepentirnos de nuestros pecados. Debemos aprender de Él. Debemos imitarlo. Su carácter manso y humilde, debe llegar a ser nuestro carácter. Ponte su yugo. No te separes de Él. Deja que Él cargue con tus pecados, con tu rebeldía, con tus defectos, y tú no te separes de Él, y entonces encontrarás el descanso que tanto anhela tu alma. Que el Señor te bendiga.