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Las controversias parecían ser la tónica del ministerio de Jesús. Pero resulta ser tan satisfactorio ver a nuestro Señor defendiendo a sus discípulos de los ataques de los fariseos. Con respecto al sábado, se acusaba a Jesús de no guardarlo. Pero esto es imposible, ya que Él mismo declaró que no había venido a abolir la Ley, sino a cumplirla. Jesús sí guardaba el sábado, pero no lo hacía como las tradiciones lo exigían. Jesús demostró ser más grande que el sábado, y más grande que el Templo. Él es el Señor del sábado y del Templo. Y nos mostró cómo se debe observar el sábado: haciendo el bien; y enfocándonos en las personas. A Jesús se lo acusó de expulsar demonios con el poder de Satanás. Demonizaron a Jesús con tal de desacreditarlo y así espantar a sus seguidores. Entonces Jesús les habló acerca del pecado imperdonable. ¿Cuál es el pecado imperdonable? El pecado contra el Espíritu Santo. Se refiere a cerrar el corazón, y a negarse a creer, a pesar de las claras evidencias del poder de Dios. Los fariseos con tal de hacerle la guerra a Jesús, dijeron que sus milagros eran diabólicos. Por eso Jesús les advierte de que tengan mucho cuidado con sus palabras, porque en el juicio final tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa. No  cierres tu corazón a la influencia del Espíritu Santos. Deja que Jesús sea el Señor de tu vida. Que el Señor te bendiga.