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Jesús entró en Jerusalén montado en un burrito, cumpliendo así la profecía de Zacarias 9:9. No entró en un corcel de un guerrero victorioso, sino en un burrito, que refleja humildad, mansedumbre, bondad y paz. Pero luego se dirige al templo, y en una actitud “no tan mansa” expulsa a los vendedores de animales y a los cambistas. Esto causó la indignación de los sacerdotes, que luego le preguntaron con que autoridad hacía esto. Jesús es el Señor del Templo. Él tenía toda la autoridad de limpiar su casa de oración, la cual había sido convertida en cueva de ladrones. Y a continuación Jesús cuenta unas parábolas que nos hablan de lo que pronto le pasaría a Él, y de lo que le pasaría a los dirigentes judíos. ¿Qué espera Dios de nosotros? Que de demos frutos visibles de nuestro arrepentimiento. Que demostremos que Jesús es el Señor en nuestras vidas. Él debe reinar en mi corazón. Él debe gobernar mi vida. Jesús fue rechazado por los sacerdotes y líderes espirituales de la nación. Y hasta el día de hoy, sigue siendo ignorado y rechazado por muchos. ¿Qué harás tú con Él? ¿Qué harás con su mensaje? Recuerda, Él es la piedra angular, escogida por Dios. Construye tu vida sobre Él, sobre sus enseñanzas. Solo así podrás vivir una vida llena de frutos para su gloria. Que el Señor te bendiga.