El ministerio de Jesús no fue comprendido ni aceptado por las autoridades espirituales de su tiempo. Habían varias cosas en su forma de actuar, que no cuadraban con sus moldes y con sus formas de entender la vida espiritual. Primero, según su punto de vista, era una blasfemia el que Jesús perdonara pecados. El pecado es una ofensa contra Dios. Por lo tanto sólo Dios puede perdonar los pecados. Ellos veían en Jesús a un simple mortal. Y aunque a través de sus milagros, Él ya había demostrado su naturaleza sobrenatural, ellos no podían ver más allá de las apariencias. Para demostrar que Jesús tenía autoridad, primero perdonó al hombre y luego lo sanó de su parálisis. Jesús es el Hijo de Dios. Él fue el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Él puede perdonar los pecados. Él fue quien derramó su sangre, su vida por los pecadores. Jesús vino a buscar a pecadores, a enfermos espirituales, y quienes reconozcan su necesidad espiritual, quienes entiendan que necesitan de su gracia y de su perdón, serán perdonados. Busquemos a Jesús, y Él nos sanará física y espiritualmente. Que el Señor te bendiga.