El apóstol Pedro tenía un gran defecto: era autosuficiente. Se creía muy fuerte y capaz. Se consideraba valiente y esforzado. Pero esas cualidades no le servían para ser un pastor en la iglesia de Dios. El Señor tuvo que abatirlo. Su orgullo, por el suelo. Su confianza propia, destruida. A veces Dios permite las pruebas para mostrarnos cuales son nuestras falencias y debilidades. Ahora Pedro estaba listo para dejar de confiar en sí mismo, y comenzar a confiar en el Señor. Te invito a escuchar este mensaje. Que el Señor te bendiga.
