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Miriam y Aarón cometieron un gran pecado. Criticaron a Moisés por su esposa, de origen cusita. Al parecer estaban buscando una falta en Moisés, para quitarlo como líder, y así ellos obtener el liderazgo del pueblo. Pero a Dios no le agradó el proceder de ellos, y los reprendió duramente. Dios había elegido a Moisés, porque él era el hombre más manso sobre la tierra. Y vemos la mansedumbre de Moisés al no responder por las críticas contra su mujer. Cuando Dios castigó a Miriam por sus comentarios, Moisés rogó al Señor por ella. Los hijos de Dios debemos aprender de Moisés: siempre debemos orar por quienes nos critican y por quienes nos traicionen. No importa de dónde venga la traición. Muchas veces puede ser un amigo, una amiga, o incluso tu propia familia. No te angusties. No sufras. Deja todo en las manos del Señor. Deja que Él haga justicia. Aprendamos de Moisés, y pidámosle a Dios que nos de su Espíritu. Al igual que Moisés, nuestro Señor Jesús también es manso y humilde de corazón (Mateo 11:29). Y debemos aprender de Él. Jesús también oró por sus enemigos. Pidió al Padre que perdonara a quienes lo estaban crucificando. Cuando el mundo te quiera crucificar injustamente, recuerda que ya lo hicieron con Jesucristo. No dejes que su odio te afecte. Ora por ellos, porque no saben lo que hacen. Que el Señor te bendiga.