Necesitamos sabiduría para tomar buenas decisiones. Pero necesitamos aún más sabiduría al momento de hablar. Nuestras palabras pueden edificar o destruir; pueden guiar o pueden llevar a otros por mal camino. Que la sabiduría de Dios llene nuestros labios, para que siempre sepamos cómo responder y cómo hablar palabras de bien y de verdad. Que el Señor te bendiga.