Pablo le escribe esta carta a judíos y gentiles. Les quiere explicar el plan de salvación. Y Pablo explica el plan de salvación usando la lógica, y usando las Escrituras. Lo primero que hace Pablo es demostrar que todos somos pecadores. Y para demostrarlo cita los textos del Salmo 53:1-3, 140:3, 10:7, Isaías 59:7-8, y Salmo 36:1. Todos somos pecadores. Nadie puede decir que no es un pecador. Todos estamos dominados por nuestra naturaleza pecaminosa. Todos le hemos fallado a Dios en algún punto de nuestra vida. Los judíos no se consideraban pecadores. Ellos tenían la Ley. Pero Pablo les explica que la función de la Ley es precisamente hacernos ver que el pecado vive en nosotros. La salvación no se alcanza por guardar la Ley. El método que Dios estableció para justificarnos (perdonarnos) es la fe en su Hijo. Solo los que crean en Jesús como el Salvador y Redentor alcanzarán el perdón de Dios. ¿Tenemos que entonces olvidarnos de la Ley? CLARO QUE NO. Una vez que reconocemos nuestra pecaminosidad, y nos arrepentimos de nuestros pecados, Dios desea que ahora conformemos nuestras vidas a su santa Ley.
Muchos hoy en día tampoco se sienten pecadores. Muchos hoy en día dicen: "Pero si yo no le hago daño a nadie". Querido amigo: la Biblia nos enseña que todos somos pecadores. Todos necesitamos de la gracia de Dios. Dios envió a su Hijo a tomar tu lugar. Cristo padeció la condenación que nuestros pecados merecían. Pon tu fe en Él. Acepta del regalo de la salvación. Arrepiéntete de tus pecados, y busca al Señor. Él todavía te espera con los brazos bien abiertos. No sigas viviendo sin Dios y sin esperanza en este mundo de maldad. Que el Señor te bendiga.