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Para ilustrar la nueva vida en Cristo Jesús, Pablo va a usar la analogía de la esclavitud. Antes de conocer al Señor, éramos esclavos del pecado. Hacíamos todo lo que el pecado nos ordenaba. Estábamos a su servicio. Y entre más nos entregábamos al pecado, más se aumentaba su poder de esclavitud. Es cómo si literalmente el pecado nos hubiese tenido encadenados como esclavos. Pero cuando Cristo Jesús llegó a nuestras vidas, y lo aceptamos como nuestro Señor y Salvador, Él quebrantó el poder del pecado, y nos quitó de encima esas pesadas cadenas. ¡Jesús nos hizo libres! El bautismo, que es ser completamente sumergidos bajo el agua, representa nuestra muerte a nuestra antigua vida, y al salir del agua, se simboliza nuestra resurrección. El poder de Dios nos da una nueva vida. ¿Perseveraremos en el pecado para que Dios tenga más gracia? De ninguna manera. No volvamos a servir al pecado. Ahora pertenecemos a Cristo, y debemos servir a la justicia. Nuestra lucha ahora debe ser permanecer en Jesús, ya que separados de Él, nada podemos hacer. Que el Señor te bendiga.