El apóstol Pablo, en su explicación del plan de salvación, nos va a explicar la función de La Ley de Dios - los 10 Mandamientos. Su función no son salvarnos. Pablo nos explica que nadie se va a salvar por guardar los 10 Mandamientos. La función de la Ley de Dios es mostrarnos que somos pecadores. Su función es revelarnos lo que hay dentro de nosotros. Y Pablo se dio cuenta que aunque con su mente se deleitaba en la Ley de Dios, había algo dentro de él que se rebelaba contra esa Ley. El pecado que mora dentro de nosotros, siempre nos va a llevar en contra de la voluntad de Dios. El pecado va a tomar la Santa Ley de Dios, y va a buscar la forma de hacer todo lo contrario. Por eso Pablo exclama: ¡Miserable de mí! ¿Quién me liberará de este cuerpo de muerte? Este cuerpo de muerte nos va a acompañar toda nuestra vida. La clave para la victoria se mencionó brevemente en el capítulo de hoy, y se expandirá más en el capítulo de mañana - el Espíritu Santo. El Poder del Espíritu Santo es el que nos va a llevar a la victoria. La lucha contra el pecado, y contra nuestra carne va a durar toda la vida. Por eso es que todos los días debemos buscar el poder de Dios en nuestras vidas. Por eso es que debemos permanecer en Jesús, y depender de Él. Por eso es que debemos permanecer en su Palabra. Pablo no está justificando el pecado, y tampoco está diciendo que es inevitable. Pablo está hablando de nuestra realidad, y cómo todos estamos condenados a muerte. No te puedes salvar intentando guardar la Ley. Solo te puedes salvar poniendo tu fe en Jesús, el que murió por nuestros pecados, y resucitó de entre los muertos. El poder de Dios es el que también a ti y a mí nos puede levantar. Pero la victoria definitiva no va a llegar sino hasta que Cristo vuelva por nosotros. Ahí recién nuestro cuerpo pecaminoso va a ser destruido, y seres completamente transformados. Que el Señor nos ayude a permanecer en Él, hasta ese glorioso día. Que el Señor te bendiga.
