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“Y salúdense unos a otros con un beso santo. Todas las iglesias de Cristo les envían saludos. Les ruego, hermanos, que se aparten de los que causan divisiones y problemas, y que están en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Esos maestros no están trabajando para Cristo nuestro Señor, sino para su propio beneficio. Le hablan a la gente con palabras bonitas y engañan fácilmente a los ingenuos. Todo el mundo sabe que ustedes son leales y obedientes, y eso me alegra mucho. Pero quiero que sean sabios para hacer lo correcto y que sean ingenuos para el mal. Pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo sus pies. Que la gracia de nuestro Señor Jesús esté con ustedes.”

Estas son las últimas palabras de Pablo para la iglesia de Roma. Hay muchos saludos, y reconocimientos para los muchos colaboradores que tenía el apóstol en dicha ciudad. Son 29 en total. Definitivamente el apóstol Pablo no trabajaba solo. Él tenía un gran equipo que trabajaba junto a él. Tenía un equipo táctico, que se quedaba en los lugares por donde el pasaba. Tenía un equipo de avanzada, que le iba abriendo paso. Tenía un equipo de apoyo, que le brindaba apoyo moral y material (para un ministro, el apoyo emocional es tan importante como el apoyo financiero). Este capítulo desmiente la idea de que Pablo era un ministro solitario, y suficiente. No. Él trabajaba en equipo. Él delegaba responsabilidad, y hacía trabajar a todos por igual: hombres y mujeres, ricos y pobres, libres y esclavos. En la iglesia todos son iguales. Y aunque el tema principal de Pablo es la paz y la unidad, ahora pasa a dar un consejo muy extraño y hasta violento: “Aléjense de todos los que causan divisiones y problemas, y de los que enseñan cosas distintas a las que ustedes han aprendido”. Después de dar instrucciones sobre saludarse de beso santo (algo muy cercano y personal), Pablo aconseja alejarse de ciertas personas. ¡Que contraste! Según Pablo, ellos no sirven a Cristo, sino que a sí mismos. Llaman la atención sobre si mismos. Creen tener mayor comprensión que el resto. Y buscan tener seguidores o simplemente prestigio. Buscan destacarse de alguna forma. Y lo hacen de la peor forma. Pablo no nos aconseja que los corrijamos, o que dediquemos todas nuestras energías a luchar contra ellos. Simplemente nos aconseja alejarnos de ellos, y seguir trabajando. Si lo que quieren es atención, no se la demos. Y te aseguro que los temas que ellos van a presentar “son los que nadie más habla”, “los más importantes”, “lo que la iglesia necesita”. ¡No! La iglesia no necesita ese tipo de líderes. La iglesia necesita ser sabia, y alejarse de las personas problemáticas y que les gusta causar divisiones. La iglesia debe permanecer obediente y leal a Cristo. No debe ser engañada ni manipulada por estos falsos maestros. Pidamos a Dios sabiduría. Pidamos a Dios firmeza. Y no dejemos que nadie destruya la unidad y la paz en la iglesia. Que el Señor te bendiga.