Muchas veces, por el hecho de conocer a Dios, y ser cristianos, y guardar sus mandamientos, nos olvidamos de una verdad muy importante: Fuimos perdonados por gracia. Puede pasar que por conocer a Cristo, y ser creyentes, nos creamos o sintamos mejores que aquellos que aún no lo conocen o no le sirven. Pero el evangelio elimina la jactancia. Elimina el orgullo. El evangelio nos dice que todos somos pecadores. Y que única forma de ser salvos es por medio de la gracia de Dios, que se manifestó en Jesús, quien vino a morir por nosotros. No somos perdonados por guardar la Ley. La función de la Ley es mostrarnos nuestro pecado. La Ley fue dada para que todos guardemos silencio delante de Dios, y reconozcamos nuestra culpabilidad y nuestra necesidad de un Salvador. No somos salvos por guardar la Ley. Somos salvos cuando ponemos nuestra fe en lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz. Su sangre es la que nos limpia y nos perdona. Pon toda tu fe en Jesús. Y pídele que Él sea el que transforme tu vida. Que el Señor te bendiga.
