El pecado es duro de matar. Nuestra vieja naturaleza puede volver cuando menos lo esperamos. Basta un descuido, y va buscar retomar el control de nuestras vidas. ¡No se lo permitas! La gracia de Dios no solo nos perdona por lo que hicimos en el pasado; tambiĂ©n nos da el poder y la fuerza para vivir una vida nueva. Cristo tiene poder para transformarnos. Nuestra vida comienza a cambiar. Estamos viviendo para Cristo; pero si te sueltas de su mano un dĂa, el pecado va a buscar volver a tomar el control. Es por eso que debemos someternos completamente a Dios. Sirvamos a Dios. No al pecado. La gracia de Dios no es un permiso para seguir viviendo en pecado. Vivamos para obedecer y para vivir una vida de fidelidad a Dios. Que el Señor te bendiga.Â