Las expectativas no siempre se hacen realidad. Los planes y los sueños, no siempre se cumplen cuando uno lo espera. Y eso nos lleva al abatimiento y al desánimo. Me gusta lo que hace el salmo de hoy: habla con su corazón, y le hace preguntas: ¿por qué te abates alma mía y te turbas dentro de mí? Es cierto que a veces nuestras emociones nos dominan, y pareciera que no podemos cambiar nuestras emociones. Pero este salmo nos dice que sí se puede. Si alabamos a Dios y si ponemos en Él nuestra esperanza, nuestra estado de ánimo puede cambiar. Tenemos que aprender a entregarle a Dios todas nuestras cargas. Aún cuando nuestras circunstancias aún no cambien, tenemos que confiar en que Dios nos hará justicia y nos librará de todos nuestros enemigos y de todos nuestros temores. Que el Señor te bendiga.