Este es un salmo maravilloso. Básicamente, esta es la alabanza que procede de un corazón verdaderamente arrepentido. David había caído muy bajo. Codició a una mujer casada. Cometió adulterio con ella. Y cuando ella le contó que había quedado embarazada, entró en pánico. Todo Israel se iba a enterar del pecado del Rey. Trató de esconder su pecado. Mandó a llamar al esposo de Betsabé, que estaba en el campo de batalla. Pensó: si él viene, y se queda en su casa, y pasa la noche con su esposa, cuando el hijo nazca todos pensarán que es de él y no mío. Pero su plan no funcionó. Este soldado resultó ser más noble que él, y no quiso entrar a su casa, mientras todo Israel estaba en el campo de batalla. Como su plan no le funcionó, el Rey David mandó a matar al esposo de Betsabé. Y luego se casó con ella. Pensó que por fin, nadie sabría de su pecado. Pero entonces Dios mandó al profeta Natán para reprenderlo por su pecado. Este salmo es la confesión de David, y su arrepentimiento. Léelo, y medita en él. Si David pudo ser perdonado, tú también puedes ser perdonado. Yo también puedo ser perdonado. Pero si queremos ser perdonados, debemos aprender a orar como David oraba. Que el Señor te bendiga.
