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Las palabras tienen poder para levantar o para derribar, para edificar o para destruir. Los enemigos de David decían muchas cosas en su contra. Estaban llenos de amargura, y eso los movía a decir toda clase de cosas en contra de David. Usaban sus lenguas como espadas. Buscaban herir y perjudicar a David. Nosotros también podemos orar pidiendo la protección de Dios de enemigos así. Y sobretodo, debemos aprender a no usar nuestra lengua de esa forma. Ya que por nuestras palabras seremos juzgados. Señor, por una guarda a mis labios, para no pecar contra ti. Amén.Â