Dios es perfecto. Su carácter es amor. Y su carácter también es justicia. La justicia de Dios nos asegura de que el mal no existirá para siempre. Su justicia es algo que produce alegría, esperanza y paz. El mal no puede continuar eternamente. Dios pondrá un fin a toda la violencia y a toda la maldad. Pero no sin antes salvar (por amor) a su pueblo. El salmista habla de fuego que sale de la presencia de Dios. La motivación para la santidad nunca debe ser el temor del fuego. Pero debemos saber que al final Dios juzgará al mundo, y lo purificará con fuego. Señor, ayúdame a odiar el mal, y a amarte a ti de verdad. Amén.
Que el Señor te bendiga.