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Cuando Salomón asumió el reino, sentía que tenía una responsabilidad demasiado grande. Él era joven, y no se sentía capaz de gobernar a un pueblo tan numeroso. Además, su padre había sido tan exitoso, que quizás sentía que él no tenía todas las herramientas para poder alcanzar esa misma cantidad de éxito. ¿Qué hizo entonces Salomón? Buscó al Señor. Fue a Gabaón, donde estaba el Tabernáculo de Moisés, y dónde todavía estaba el altar de los sacrificios, y allí ofreció mil sacrificios al Señor. Salomón estaba buscando la dirección y la bendición del Señor. Que importante es siempre buscar que Dios dirija nuestra vida y nuestros proyectos. No hay nada mejor que buscar la bendición de Dios en todas las áreas de nuestra vida. Eso fue lo que hizo Salomón. Y eso fue algo que realmente llenó a Dios de alegría. Así que esa noche Dios se le apareció a Salomón, y le dijo que le pidiera cualquier cosa, que Dios se la iba a dar. Y ahí fue que Salomón pidió sabiduría. Podría haber pedido cualquier otra cosa. Pero en su corazón, su mayor anhelo era gobernar bien a su pueblo. Dios le recuerda que Israel es su pueblo, y por cuanto pidió sabiduría para gobernar, Dios se la daría en abundancia; y además le daría lo que no pidió: riquezas y fama en abundancia. Salomón sería el hombre más sabio, más rico, y más famoso, que alguna vez se sentara en el trono de Israel. ¿Por qué Dios bendijo tanto a Salomón? Porque Dios quería que todo el mundo lo conociera a Él a través de Salomón. Las bendiciones que Dios nos da, son para que nosotros testifiquemos del gran amor y de la gran misericordia de Dios. No cometamos el error de pensar que las bendiciones son para que nosotros nos jactemos de lo que tenemos. No! Recordemos que todo proviene de Dios, y es para que nosotros exaltemos y glorifiquemos el nombre de Dios. Que el Señor te bendiga.