Dentro de cada uno de nosotros, hay un rudo combate. Una lucha feroz. El diablo quiere que hagamos su voluntad. Dios quiere moldearnos a su imagen y semejanza. ¿Quién ganará? Esta lucha la puede ganar Dios. Él es mucho más fuerte que Satanás. Dios nos ama, y tiene todas las armas y las herramientas para darnos la victoria. Pero nosotros debemos elegirlo a Él. Pero resulta que muchas veces, en vez de elegir a Dios, elegimos al mundo. Esto no puede seguir así. Debemos tomar una decisión: voy a amar al mundo, o voy a amar a Dios. No podemos seguir adelante con un corazón dividido. Debemos entregarnos a Dios por completo. Solo así alcanzaremos la victoria. Que el Señor te bendiga.