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Los 10 mandamientos son la base de todas estas otras leyes que Moisés entrega a Israel, para regular diferentes aspectos de la vida diaria. Es interesante notar por ejemplo, la ley que habla de ayudar a los animales de los enemigos. Esta es una ley que se desarrollará con más fuerza en las enseñanzas de Jesús: ama a tus enemigos. Todas estas leyes fueron dadas para que en el pueblo hubiese orden, respeto, y justicia. Hay leyes que favorecen a los pobres; pero también hay leyes que impiden que se perjudique a los ricos en favor únicamente de los pobres. Eso se llama justicia. Pero las leyes más destacadas son las que prohíben la idolatría. La idolatría caracterizaba a los cananeos. Y Dios no quería que su pueblo se contaminara con las prácticas de éstas naciones. Las 3 fiestas anuales: Pesaj, Primicias y Cosecha, apuntaban a Dios como el origen de todas las bendiciones materiales. Gracias a Dios hay siembra y hay cosecha. Él es el que provee el pan de cada día. Él es quien merece toda nuestra adoración y toda nuestra gratitud. Ante Él debemos venir con ofrendas y con gratitud. La presencia de Dios, a través de su Ángel se promete siempre y cuando el pueblo fuera cuidadoso en obedecer todas estas leyes. Rebelarse contra el Ángel del Señor, era equivalente a rebelarse contra el Señor. Y sin la presencia del Ángel, Israel iba a estar expuesto a toda clase de peligros y males en su peregrinación desde el Sinaí hasta la Tierra prometida. Nosotros también estamos de paso por esta tierra. Todos nosotros somos peregrinos y extranjeros. Nuestra verdadera patria está en los cielos. Seamos cuidadosos de no caer en la idolatría, y de no rebelarnos contra el Señor. Que el Señor te bendiga.