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Una vez que Moisés leyó al pueblo todas las instrucciones y la leyes de Dios, el pueblo prometió guardar y obedecer todo lo que Dios ordenó; pero eso nunca sucedió. Vamos a descubrir que muy pronto el pueblo se apartó de Dios, y edificó un ídolo, el becerro de oro, y lo adoró. Lo importante del relato de hoy, es que para sellar el pacto entre Dios y su pueblo, se utilizó la sangre de los sacrificios. Mucho tiempo después, Jesús tomó la copa, y dijo: ésta es mi sangre del nuevo pacto, que por vosotros es derramada. Jesús también derramó su sangre para hacer un pacto con su pueblo. Todos los que acepten a Jesús como su Salvador , y crean en su sacrificio, y decidan dedicar sus vidas para servirle, entran en su pacto. El pacto con Dios no debe hacerse en base a mis fuerzas, o a mis promesas. Nosotros siempre fallamos. El pacto debe hacerse confiando en las promesas de Dios. Dios nunca falla. Dios siempre cumple. Que tú puedas decidir hacer un pacto con el Señor. Entrégale tu vida. Pide ser bautizado. Y camina con el Señor hasta el final. Que el Señor te bendiga.