Cuando Dios llamó a Moisés, lo hizo de una forma muy interesante: El Señor se manifestó a través de una zarza que ardía, pero que no se consumía. Moisés, atraído por la curiosidad, se acercó a ver de qué se trataba esto. ¿Por qué no se consumía la zarza? Fue entonces que Dios le pidió que no se acercara más, y que además se quitara el calzado, ya que esa era Tierra Santa. Dios llamó a Moisés, para que él fuera un instrumento en sus manos para sacar a su pueblo de Egipto. Pero vemos que Moisés no se sentía listo para esta tarea tan grande. Moisés comenzó a presentar objeciones al llamado de Dios. Y el Señor con paciencia respondió a sus inquietudes. Dios sabía que Faraón no querría dejar ir a sus esclavos; y por eso Dios estaba listo para liberar a su pueblo con mano poderosa. La liberación ocurriría a través de un enfrentamiento. Dios les mostraría a los egipcios su poder, y los israelitas despojarían a los egipcios. Dios había enriquecido al Faraón a través de José; Dios ahora despojaría a Egipto a través de Moisés. Dios siempre hace justicia; y Dios siempre oye el clamor y el sufrimiento de su pueblo. Si Dios te llama para que le sirvas, no pongas excusas. Sirve a Dios, sé tú también un instrumento en sus manos. Que el Señor te bendiga.