El Señor estaba golpeando, cada vez más duramente a Egipto. Pero aún a pesar de todo el dolor que el Señor les causaba, el Faraón no daba su brazo a torcer. Cada vez endurecía aún más su corazón. No solamente Dios estaba golpeando a sus deidades, y demostrando lo incapaz que eran de realmente salvar. Dios también estaba golpeando la economía de los egipcios. Cada plaga, los estaba llevando a la ruina. Perdieron gran parte de su ganado. Perdieron su salud y su belleza. Y también perdieron sus cosechas y la materia prima para su vestido, el lino. Quizás el Faraón pensaba: El Dios de Israel me puede quitar mis bienes materiales, pero no me quitará a mis esclavos. Lo paradójico del relato, es que Dios había enriquecido al Faraón por medio de José; y ahora los estaba dejando en la ruina por medio de Moisés. El Señor es justo. Nadie que aflija a su pueblo, saldrá impune. Dios demostró ser el verdadero Dios, y el único digno de ser adorado. Elige ser parte del pueblo de Dios hoy. Elige adorar a Dios hoy. No sea que en el tiempo del fin las plagas también a ti te alcancen. Que el Señor te bendiga.