Las victorias en la vida espiritual son muy distintas a las victorias que se ganan en la vida cotidiana. El mensaje para el gobernador de Jerusalén fue: “vencerás con mi Espíritu”. A Zorobabel se le prometió no solamente que terminaría la obra de reconstruir el Templo. También se le prometió que Dios quitaría toda montaña, es decir todo obstáculo que se le pusiera por delante. Sin importar cuan humilde fuera el comienzo, el final sería bueno. Grabemos esta verdad en nuestras mentes: No es con espada, ni con ejército, sino con el Espíritu del Señor que obtendremos toda victoria. Que el Señor te bendiga.