Los esfuerzos por exiliar a Dios de nuestras vidas, y de la sociedad, no han hecho más que manifestar nuestra naturaleza pecadora. Los pecados abundan, así como la pérdida de la dignidad humana.
Pero ¡Cristo Vive! y nos prometió que estaría con nosotros todos los días hasta el final. Tener fe nos llena de luz, de esperanza, de amor. Y eso es lo que hoy el mundo tanto necesita.
¡Seguir a Cristo siempre es una ganancia!