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En un territorio en permanente conflicto, lo que comenzó el sábado en la mañana fue histórico en sus dimensiones de tragedia y en sus consecuencias. El ataque del grupo terrorista Hamas contra Israel, que fue desde el bombardeo hasta la invasión de más de mil combatientes desde la franja de Gaza, significó un golpe duro a la defensa israelí. Las imágenes de la masacre, las dramáticas tomas de rehenes y la desesperada lucha de civiles tratando de escapar impactaron al país y al mundo. Se calcula que cerca de 150  personas fueron secuestradas, entre civiles y militares. Fue el día más sangriento para Israel desde 1948. 
El Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró estado de guerra y advirtió que la respuesta contra Hamas se haría sentir por generaciones. Esa respuesta comenzó el mismo sábado con bombardeos sobre la franja de Gaza, y siguió con el anuncio de Israel de un bloqueo total a ese territorio controlado por Hamas y habitado por más de dos millones de palestinos. Hasta ayer en la tarde el conteo de víctimas fatales cifraba en cerca de 700 las muertes en Israel y cerca de 600 en Gaza. 
En Israel, la polarización política y los cuestionamientos a Netanyahu han cedido lugar a los llamados a la formación de un gobierno nacional, aunque la pregunta sobre las responsabilidades en la falla de inteligencia y defensa que permitió un ataque así ya ha comenzado a instalarse. 
Para los ciudadanos israelíes, el ataque del sábado sirvió también para mostrar al mundo la cara de Hamas. 
Sivan Gobrian , vicepresidenta de la comunidad chilena en Israel, nos relata desde su hogar cercano a Tel Aviv cómo se ha vivido en la calle el inicio de un capítulo histórico en un conflicto cuyo recrudecimiento tendrá consecuencias duraderas.