La guerra declarada por Israel contra Hamás después de los ataques de este grupo terrorista el sábado pasado ya cumplirá su primera semana, y las enérgicas amenazas del Primer Ministro Benjamin Netanyahu se han traducido en hechos. Los intensos bombardeos sobre Gaza y el bloqueo total de ese territorio causan estragos no sólo sobre la agrupación fundamentalista sino también sobre la población civil, desatando la preocupación internacional. Mientras, en Israel siguen descubriendo cadáveres que dan cuenta de la brutalidad del ataque del sábado, con la preocupación instalada también en la situación del más de centenar de personas secuestradas por Hamas.
En la escala geopolítica, la atención está puesta sobre las acciones no sólo de Israel sino también desde el resto de los países con intereses en la región, como Egipto y El Líbano. En la frontera con este último país también se han producido intercambios de cohetes entre el grupo Hezbolá y el ejército de Israel, algo que abre la pregunta sobre una potencial escalada del conflicto en el frente norte y sus eventuales consecuencias.
Internamente, Benjamin Netanyahu avanza en la conformación de un gobierno de unidad nacional frente a la crisis, postergando por el momento los cuestionamientos a su propia responsabilidad en lo sucedido. Otra gran interrogante está sobre qué pasará con el histórico proceso de normalización de relaciones entre Israel y varios países árabes, algo que debía haber registrado un hito mayor la próxima semana con un acuerdo con Arabia Saudita.
Pero desde el sábado pasado el panorama cambió radicalmente. Netanyahu dijo que la respuesta de Israel “reverberará por generaciones” y “cambiará a Medio Oriente”. ¿Cómo va a cambiar? ¿Qué podemos esperar que suceda? Le preguntamos a Fernando Wilson, doctor en historia y académico de la UAI.