Las sucesivas noticias de muertes de lactantes a causa del virus respiratorio sincicial en el país han producido impacto y han hecho evidente de la peor manera la realidad advertida por los especialistas desde hace meses: que este invierno sería particularmente duro. Según el informe del Ministerio de Salud, hasta el viernes pasado habían fallecido seis niños a causa del virus respiratorio sincicial, incluidos tres lactantes de 9, 5 y tres meses de edad. Se trata de un brote de una violencia inédita, y considerando que para este virus aún no existen vacunas aprobadas para niños, es particularmente preocupante.
Al mismo tiempo han arreciado las críticas contra el gobierno por el manejo de esta emergencia, particularmente contra el subsecretario de Redes Asistenciales, Fernando Araos, por la gestión de las camas críticas.
Según los modelos con los que está trabajando el ministerio, estamos actualmente en el peak de circulación del virus, pero además podría producirse un segundo peak, acompañado del virus de la influenza, en un par de semanas más. Las autoridades y los expertos han hecho un llamado a los padres de los menores de un año derechamente a aislarse y a tomar medidas preventivas similares a las tomadas durante la pandemia.
Según informó ayer la propia ministra de Salud, Ximena Aguilera, actualmente hay un 92% de ocupación de camas críticas, al tiempo que se gestiona la reconversión de esas unidades. Hasta la fecha, dijo la ministra, se ha aumentado en un 60% la disponibilidad original. El manejo de esos recursos, sin embargo, es especialmente complejo, como plantea nuestro entrevistado de hoy.
El doctor Carlos Pérez, Decano Facultad de Medicina y Ciencia de la Universidad San Sebastián e Infectólogo de la Clínica Universidad de los Andes, participó del grupo de especialistas que la semana pasada se reunió con la ministra de Salud, instancia en la que ha participado en varias contingencias anteriores.