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Su muerte, anunciada el miércoles pasado, impactó al mundo y desató una ola de recuerdos con una banda sonora propia. Pero poca gente podría declararse sorprendida. Sinead O’Connor, la cantante que marcó con su voz prodigiosa la música de los años 90, había hecho pública su deteriorada salud mental y, sobre todo después del suicidio de su hijo Shane, el año pasado, sus perspectivas lucían cada vez peores. Su último posteo en redes sociales, nueve días antes de su muerte, fue de hecho dedicado a Shane. “Era el amor de mi vida, la luz de mi alma. Éramos una sola alma dividida en dos. Fue la única persona en el mundo que me amó incondicionalmente”, escribió el 17 de julio. Luego agregó. “Sin él estoy perdida en el bardo”, en referencia a la palabra budista que designa el estado entre la muerte y el renacimiento. 
Sinead O’Connor murió a los 56 años, convertida al Islam después de una intensa búsqueda espiritual que antes la había llevado a ser ordenada sacerdotisa de una facción no reconocida por la Iglesia Católica. Fue justamente su conflictiva relación con esa Iglesia la que marcó la infancia y buena parte de la vida de la artista. Sobreviviente de abusos y de una crianza dura en Irlanda, Sinead O’Connor llevó su rabia, su rebeldía y sus causas a su música y a los escenarios que pisó.
En el peak de su carrera, después de haber sacudido al mundo con su versión de la canción “Nothing Compares 2 U”, en 1990, Sinead O’Connor visitó por primera vez Chile para participar en el Festival de Amnistía Internacional que celebraba el retorno a la democracia. Con su cabeza rapada que renegaba del estereotipo sexy que la industria demandaba de las mujeres en la música, un aspecto que mantuvo hasta el final, protagonizó más tarde un incidente que para muchos hundió su carrera, pero que ella siempre reivindicó, cuando rompió una foto del Papa Juan Pablo Segundo en la televisión estadounidense llamando a luchar “contra el verdadero enemigo”.  
Pero no es sólo su ferviente activismo y su atribulada vida la que el mundo recuerda ahora que Sinead O’Connor ha muerto. Acá queda su música y su impresionante voz; un talento que marcó a toda una generación de intérpretes femeninas. 
Sinead O’Connor fue hija y protagonista de su tiempo, pero siempre pagó el precio de nunca encontrar su lugar. 
Claudio Vergara, editor de Culto de La Tercera, comenta hoy la vida y el legado de Sinead O’Connor.