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Miércoles 14 de agosto 2024

CUANDO SER IMPÍO PARECE NO TENER CONSECUENCIAS

En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel, con los puros de corazón! Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados. Salmo 73 1 al 3

Hay ocasiones en que la Biblia parece ya no tener aplicación para nuestros tiempos actuales. Asaf, en determinado momento pensó así de la palabra de Dios pues veía que a la gente mala le iba bien. ¿Es así?

La Palabra de Dios es clara respecto a que la maldad y los obreros de maldad serán castigados. El mal no es sin consecuencias (Génesis 18:25). Sin embargo, no falta aquel individuo que siendo muy impío parece no sufrir ninguna consecuencia por sus actos de maldad. Es posible que algunos impíos muestren mucha salud y que, inclusive, lleguen al final de sus días llenos de riquezas y bienestar. Esto es algo que Asaf, el escritor del Salmo 73, notó en su tiempo: Inclusive, confiesa, que sintió envidia y llegó a pensar que tal vez ser malo no tiene malas consecuencias. La Biblia es clara: el castigo por el pecado y la maldad es el fuego del infierno, la segunda muerte. Por esto, Asaf, corrige su equivocada manera de pensar y confiesa: «¡En un instante serán destruidos, totalmente consumidos por el terror!» (Salmo 73 19). Asaf reconoce que poner la mirada en nuestras circunstancias externas puede confundirnos. Escrito está: «Vivimos por fe, no por vista.» (2da de Corintios 5 7). Puesto que la palabra de Dios es la verdad, todo pensamiento contrario a lo que ella enseña es mentira (Salmo 100 5; 119 160; 62 9, 116 11).

Las mentiras del diablo y de nuestra propia carne pueden debilitar nuestra fe. Por esto es importante cerrar los oídos a las enseñanzas erradas. Una doctrina falsa puede debilitar la fe inclusive al punto de llegar a perderse. (Mateo 13 19 al 22). Lastimosamente por causa de nuestro viejo Adán, tenemos la tendencia a no creer en la Palabra de Dios, y estamos inclinados a creer las mentiras del diablo. Por esto merecemos toda la ira de Dios. Cristo, como nuestro sustituto, creyó la palabra de Dios y sufrió en la cruz el castigo que merecemos. En gratitud, vamos a querer sujetar todos nuestros pensamientos a la autoridad de la Biblia, de modo que todo lo que creamos y practiquemos sea sujeto y acorde con sus enseñanzas.

Oración:

Señor, gracias te doy porque me has iluminado con la luz de tu evangelio. Te suplico que siempre brille tu luz en mí: glorioso evangelio de amor. No hay mayor bien, ni riqueza más grande que tu misericordia. Gracias a ti puedo reposar de querer salvarme por mis propios méritos y quiero compartir este gozo con los demás. Guárdame de caer en la tentación de imaginar que a los impíos les va bien porque abundan en riquezas materiales. Amén.