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22 de Febrero

Descansar y . . . crecer

Andrea Delwiche

 

Ahora mismo tenemos una oportunidad para viajar al corazón del plan del Reino de Dios para nosotros. Tómate unos minutos para calmar tu mente con la ayuda del Espíritu, y luego profundiza en estas palabras: “¡Qué precioso es tu amor inagotable, oh Dios! Todos los seres humanos encuentran refugio a la sombra de tus alas. Los alimentas con la abundancia de tu propia casa y les permites beber del río de tus delicias. Pues tú eres la fuente de vida, la luz con la que vemos” (Salmo 36:7-9 NTV).

            ¿Puedes imaginarte descansando a la sombra de la protección amorosa de Dios? ¿Puedes imaginarte la casa de Dios, tal vez situada en un valle verde con luz brillante en las ventanas? ¿Puedes ver la puerta de entrada abierta y a Dios invitándote a entrar para compartir una cena junto a la chimenea? ¿Puedes imaginarlo a Él entregándote un vaso con asa resistente y animándote: “¡Aquí, bebe del río de mis delicias!”. ¿Puedes visualizar la fuente de la vida, el agua viva prometida por el mismo Jesús? 

            Lo que nos ofrece el Dios trino no es menos que un depósito de vida nueva que podemos beber desde ahora y hasta la eternidad. Ahora, a través de Cristo, somos invitados a descansar nuestros seres cansados y a crecer como personas nuevas, seguidores de Cristo en el reino de Cristo.

            Esta es la realidad: manantiales tranquilos de protección, descanso y renovación. En su luz, podemos ver la luz.

 

Oración:

 

Bondadoso Dios, por boca de tu Hijo nos llamas a descansar en Ti. Solo las buenas noticias de salvación pueden dar reposo a mi alma atribulada por culpa del pecado y la espera del horror frente al castigo eterno. Concédeme te suplico que tu evangelio presente en los medios de gracia me fortalezca y guarde en la verdadera fe para la vida eterna, por Jesucristo tu Hijo. Amén.