18 de Febrero
Dios es amor
Sarah Habben
“Dios es amor” (1 Juan 4:8). Qué hermosa verdad para los pecadores que se preguntan si Dios puede perdonarlos. Qué hoguera de consuelo para el cristiano que camina en la fría sombra de la muerte. Es verdad: El amor de Dios es su esencia.
Pero, ¿cómo se ve ese amor cuando estas cediendo a la tentación de: tener sexo antes del mantrimonio o hacer trampa en el colegio o entretenerse en sitios web malos o beber demasiado? Es posible que pienses: “Estoy un poco confundido, no hay problema. Dios es un Dios de amor, ¡no de juicio!”.
¿El amor de Dios se parece a un guiño benevolente? El versículo 10 de este mismo capítulo nos da el contexto. Dice: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”.
El amor de Dios miró a la humanidad y nos juzgó. No estamos un poco confundidos. Somos pecadores desesperados, perdidos, condenados al infierno, cada uno de nosotros persiguiendo lo que es mejor para “mí”. La esencia de Dios es el amor, sí. Pero también es la santidad. La santidad y el pecado no pueden coexistir pacíficamente más que el fuego y el papel. El pecado debe arder. ¿Cómo se ve el amor de Dios ante nuestro pecado? No es un guiño amistoso. Es una ejecución pública. Es el querido Hijo de Dios siendo castigado en nuestro lugar.
Señor, cuando me sienta tentado a pensar en tu amor como un pase libre, llévame de regreso a tu cruz. Muéstrame allí cuán grande es mi pecado. Muéstrame allí cuánto más grande es tu amor. Amén.
Oración:
Justo y Santo Dios, en Ti no hay nada ambiguo ni corrupto. No toleras el pecado. Es solo gracias a la perfecta obediencia de Jesucristo a tu voluntad divina y a su abnegado sacrificio propiciatorio en favor nuestro, que hoy tengo tu perdón. Pero no siempre tengo presente el alto precio pagado por mi salvación. Concédeme que no aparte la mirada de mi Salvador y que siempre esté presente en mí la verdad de lo que implicó para Cristo el sufrir la ira eterna en lugar nuestro en esa cruz, por Jesucristo tu Hijo. Amén.