28 de julio
El almuerzo gratis existe
Ann Jahns
Hay algo en las cosas gratis que nos encanta, ¿verdad? Hace que nuestro
corazón se acelere un poco. Nos obliga a pisar el freno para examinar el objeto
destartalado de la acera que lleva un trozo de cartón con la inscripción «Gratis»
garabateada. Aceptamos de buen grado lo que es gratis, aunque no lo necesitemos ni
lo queramos.
Entonces, ¿por qué a veces somos tan reacios a aceptar el hecho de que el
regalo más grande, más asombroso, más maravilloso de todos los tiempos es gratuito:
el regalo de la salvación a través de Jesús? Tal vez porque parece demasiado bueno
para ser verdad. Tal vez porque sus recompensas son completamente
desproporcionadas en comparación con lo que nos costará. Tal vez porque no
podemos hacer nada para ganarlo o pagarlo. Efesios 2:8,9 declara: «Ciertamente la
gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino
que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se
vanaglorie».
Seguro que ha oído alguna vez que no existen las comidas gratis. ¿O no? Existe
la gracia gratuita. Y es mucho mejor que ese sofá verde aguacate flácido a un lado de
la carretera que te llama por tu nombre cuando pasas con el coche. La maravillosa y
milagrosa gracia de Dios es total y completamente gratis para todos los creyentes
porque ya ha sido pagada. Jesús la pagó con su sangre, derramada en la cruz del
Calvario. La salvación es nuestra a través de la fe, sin condiciones.
Oración:
Dadivoso Dios, que te places en salvarnos gratuitamente, te suplico perdones mi
impertinencia al suponer que yo puedo conseguir tu perdón con mis propios méritos. Te
bendigo y agradezco tu maravillosa gracia que me liberta de la condenación eterna y
me provee un nuevo corazón para vivir consagrado a ti, en gratitud a tu inmenso amor.
Concédeme ser afirmado y fortalecido en la verdadera fe para la vida eterna, por
Jesucristo tu Hijo. Amén.