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¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le
da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus
hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!
—Mateo 7:9-11

«Dios está aburrido de que todo el mundo le busque solo para pedir y pedir ¡Déjenlo en paz
y aprendan a afrontar solos sus problemas!» dijo un predicador. ¿Tiene razón? ¿Realmente
Dios está cansado de tantas peticiones? Según la Biblia no es así, pues escrito está: «No se
inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus
peticiones a Dios y denle gracias.»
(Filipenses 4:6). La verdad es que Dios quiere que le presentemos nuestras peticiones en
oración, pero también es cierto que no acepta todas las oraciones.
Jesús enseñó: «Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque
todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.» (Mateo 7:7-8)
Pero esto no significa que Dios concederá todas las peticiones que le son presentadas. El
contexto bíblico muestra que esta enseñanza fue dada a los discípulos de Cristo. No es para

toda persona. Esta enseñanza de Jesús significa que «todo el que pide, recibe; el que busca,
encuentra; y al que llama, se le abre» se aplica a verdaderos creyentes que oran de acuerdo
a la voluntad de Dios: «Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si
pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras
oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.» (1 Juan
5:14-15).
Hay ocasiones en que pedimos mal: «No consiguen lo que quieren porque no se lo piden a
Dios; y si se lo piden, no lo reciben porque lo piden mal, pues lo quieren para gastarlo en
sus placeres.» (Santiago 4:2-3, DHH). Jesús enseñó la oración «Padre Nuestro» para que
conozcamos cómo orar bien. Pero aun si solo orásemos esta sola oración, nuestra naturaleza
pecaminosa contamina nuestra oración de manera que ni así oramos bien. Cristo oró
perfectamente en lugar nuestro y fue a la cruz para sufrir el castigo que merecemos por orar
mal. Dios añade los méritos de Cristo a nuestras oraciones y de esa manera nuestra oración
es grata al Señor. En gratitud vamos a querer orar conforme la voluntad de Dios y en base a
los méritos de Cristo. Entonces Dios se complacerá en concedernos nuestras peticiones.

Oración: Señor, no merezco que escuches mis oraciones. Pero te doy gracias que los
méritos de tu Hijo Jesucristo hacen aceptable ante ti mi oración imperfecta.
Concédeme que ore conforme tu voluntad aferrado a tu amor ágape. Amén.