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Él estaba con Dios en el principio.

Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir.
En él estaba la vida, —Juan 1:2-4a

Una de las primeras lecciones que aprendí en la escuela fue el significado de la palabra
«vida». No sabía leer ni escribir pero, por medio de gráficos que la profesora pegó en mi
cuaderno, aprendí que la vida es: nacer, crecer, reproducirse y morir. Esta misma enseñanza
me fue repetida a lo largo de doce años en el estudio de la vida, la biología.

Pero el texto en el que hoy meditamos no trata de la vida biológica. Los estudiosos nos
dicen que biología significa «estudio de la vida», (del griego «bios», vida; y «logós»
estudio). La palabra que el apóstol Juan usa aquí y que se ha traducido vida no es «biós». Él
emplea otro término pues está hablando de otro tipo de vida, diferente a la que estudia la
biología. Aquí Juan habla de la vida que pertenece a Dios posee, la vida divina. Dios, el
Hijo, posee la misma vida que Dios, el Padre, la vida increada. En este texto claramente se
afirma que por un lado están «todas las cosas creadas» y por el otro encontramos todo lo
increado. ¿Dónde se encuentra el Verbo? Él no está clasificado como criatura sino como
Creador. El Verbo no solo es eterno e inmutable (inmutable es lo que no cambia, cf.
Hebreos 13:8), Él es increado. Sin Él nada creado existe. ¿Por qué el Creador quiso asumir
la naturaleza de la criatura humana? Porque la humanidad estaba condenada al castigo
eterno sin remedio y sólo Él podía hacer lo necesario para remediarlo.

Asumió naturaleza humana para obedecer perfectamente la voluntad de Dios en lugar de
nosotros y para morir sufriendo el castigo que merecemos. Él hizo todo lo que había que
hacer. Nada podemos añadir a su obra. En gratitud vamos a querer consagrarnos a Él,
honrándolo y reconociendo que es nuestro salvador y nuestro creador, adorándolo como lo
que es: Dios hecho humano.

Oración:

Señor, la mayor prueba de tu amor por nosotros es Jesucristo crucificado. Él, siendo
Dios se hizo hombre para vivir obedeciendo perfectamente tu voluntad en lugar de
nosotros y para morir pagando nuestros pecados. Sus llagas nos hablan de tu
misericordia. Mi pecado cargó Él y así he sido perdonado. Solo puedo decirte: gracias
bendito Dios. Amén.