2 de julio
Jesús oró por ti
Ann Jahns
A veces siento envidia de los discípulos de Jesús. Durante tres años, pudieron
hablar con él, comer con él, reír con él, llorar con él. Le vieron curar a los enfermos y
resucitar a los muertos. Fueron testigos de su misericordia transformadora con
personas que se ahogaban en el pecado y la desesperación. Sus discípulos incluso
pudieron caminar, hablar y comer con él después de que venciera al pecado y a la
muerte y saliera victorioso de la tumba. ¿Te imaginas cómo cambió sus vidas el poco
tiempo que pasaron con él?
La noche antes de ir a la cruz, Jesús compartió una última y preciosa cena de
Pascua con sus mejores amigos, sus amados discípulos. Casi se puede sentir el peso
de la tristeza en sus palabras, mientras derramaba sobre ellos sus últimas
instrucciones, advertencias y consuelo. El tiempo que pasaron con su maestro estaba a
punto de terminar. Entonces oró a Dios, su Padre, por ellos: «Padre santo, protégelos
con el poder de tu nombre» (Juan 17:11 NVI).
Es casi increíble por quién oró Jesús a continuación: «No ruego sólo por éstos
[mis discípulos]. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de
ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti»
(versículos 20,21 NVI).
Incluso con la cruz al acecho, Jesús oró por ti. Específicamente. Personalmente.
Tú eres el creyente cuya vida ha sido impactada por el mensaje y el testimonio de los
discípulos. En sus últimas horas, Jesús pensó en ti, querido creyente. Eso es amor
verdadero.
Oración:
Bondadoso Dios eterno. Te bendigo y agradezco porque tu Unigénito intercedió
también por mí, un pobre pecador que solo merece tu ira eterna. En mi corazón
implantaste el deseo de vivir consagrado a ti, en gratitud a tu inmenso amor.
Concédeme ser un buen administrador de los dones que me diste y ser un instrumento
de tu paz esmerado en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, por
Jesucristo tu Hijo. Amén.