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29 de marzo

Jesús te libera

Pastor Mike Novotny

 

En 1863, un esclavo fugitivo llamado Gordon apareció en Baton Rouge con olor a cebolla en la piel. Había huido de su amo, el cruel John Lyons, que poseía una plantación a 65 km de distancia y no iba a dejar escapar tan fácilmente a «su propiedad». Lyons había enviado una jauría de perros [JC1] sabuesos para rastrear a Gordon, lo que explicaba lo de las cebollas. Gordon se frotó la piel con las fragantes cebollas, aplicándoselas de nuevo después de cruzar cada arroyo o riachuelo, para despistar a los perros, lo que le permitió llegar a su refugio entre el ejército de la Unión. Cuando llegó, un fotógrafo retrató la espalda de Gordon, grotescamente marcada por el látigo de Lyon, una imagen que predicaba en silencio los horrores de la esclavitud.

La esclavitud es una de las imágenes que utiliza la Biblia para describir nuestra historia. Jesús dijo: «De cierto, de cierto les digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado»(Juan 8:34). Cuando algo que no es Dios controla nuestras vidas, somos esclavos. Ese algo puede ser la búsqueda de la carrera de nuestros sueños, la familia perfecta o una jubilación relajante. Aunque todo esto no se parezca a John Lyons, puede impedirnos alcanzar la libertad del cielo. 

Por eso Jesús continuó diciendo: «Si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres»(Juan 8:36). A través de las cicatrices de Jesús, escapamos de la plantación del diablo y alcanzamos la tierra prometida del cielo, donde Dios está siempre presente y donde somos realmente libres.

Tómate un momento para reflexionar sobre la vida de alguien esclavizado por el pecado. Luego adora mientras recuerdas que Jesús te liberó.

 

Oración:

 

Redentor nuestro, nos recataste de la condenación eterna y del dominio del mal que nos esclaviza al pecado con la sangre del cordero y, gracias a sus méritos soy libre. En esa libertad te bendigo y agradezco, y en gratitud a tu inmenso amor, te ofrendo mi ser y mi existencia para vivir consagrado a ti. Concédeme ser un buen administrador de los dones que me diste y ser un instrumento de tu paz, por Jesucristo tu Hijo. Amén.

 


 [JC1]Aunque sabueso ya se entiende como perro rastrero, todavía es necesario aclararlo