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Mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su
vista. Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras él se alejaba. De repente,
se les acercaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: —Galileos, ¿qué
hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al
cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse.—Hechos 1:9-11

En una buena parte del planeta el siguiente domingo se recordará la Ascensión del Señor
Jesucristo. El texto bíblico de hoy es muy adecuado para meditar en este evento de la vida y
ministerio de nuestro Señor y Salvador.

El evangelio según Marcos describe la ascensión de Cristo con estas palabras: «Después de
hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.» (Mr.
16:19). En el vocabulario bíblico «estar sentado a la diestra de Dios» no se refiere a un
lugar geográfico (Marcos 16:19). Dios es omnipresente, lo que significa que él está en todo
lugar al mismo tiempo. No está limitado de ninguna manera por el tiempo y espacio. Por
tanto no tiene derecha ni izquierda. La expresión «diestra» cuando se refiere a Dios señala a
su poder (Éxodo 15:6). Jesús «está sentado a la diestra del Padre» en el sentido de que
ahora su naturaleza humana tiene el atributo divino de la omnipotencia como claramente él
lo enseñó a sus discípulos en Mateo 28:18. Del mismo modo cuando los discípulos vieron
que Jesús fue llevado al cielo, notamos que una nube le oculta de los ojos de ellos. Pues el
cielo no está en algún lugar lejano del espacio exterior. El cielo de Dios está allí donde Dios
está. Ese cielo no está limitado por el tiempo y espacio. La ascensión de Cristo se refiere a
que su naturaleza humana recibió de su naturaleza divina el atributo de la omnipresencia
como el apóstol Pablo lo aclara: «¿Qué quiere decir eso de que «ascendió», sino que
también descendió a las partes bajas, o sea, a la tierra? El que descendió es el mismo que
ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. (Efesios 4:9-10). Dios, el Hijo,
en su naturaleza divina siempre lo llenó todo, pero ahora su naturaleza humana también lo
hace. Por esto Él puede decir que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Ahora su naturaleza humana es invisible, pero en su venida todo ojo lo verá al mismo
tiempo y será testigo de su omnipresencia que ahora la aceptamos solo por fe.

Oración: Señor Jesucristo, confieso que tú eres verdadero Dios. Eres omnipotente,
omnisciente y omnipresente. Pero cuando asumiste la naturaleza humana limitaste tus
atributos divinos para poder ser nuestro doble sustituto y obedecer en tu humanidad
lo que nosotros no pudimos y sufrir el castigo que solo tú puedes soportar. A ti sea la
gloria verdadero Dios y verdadero hombre. Amén.