20 de junio
La luz se convierte en esperanza
Jason Nelson
Cuando la oscuridad era tan densa que se podía vestir, Dios tuvo una idea. «¡Que haya luz!»(Génesis 1:3). En un instante, supo que podía excitar a los fotones lo suficiente como para que brillaran. Los hizo brillar en la dirección de su magnetismo. Estableció diferentes intensidades para crear el día y la noche, el crepúsculo y el amanecer. Buscó la luz en soles, lunas, estrellas y en su propia cara. Se dio cuenta de que la luz a lo largo de un espectro le daría una existencia muy colorida. Puso toda la física en su lugar en un abrir y cerrar de ojos. Ahí estaba. La luz. Y quería que los demás disfrutaran de la belleza de la luz tanto como él. Quiso que la gente viera la luz y reflejara la luz. Ser la imagen de la luz.
La oscuridad no se rindió. Nunca lo hace. También es poderosa. Siempre amenaza con apagar cualquier pizca de luz. Pero Dios es luz. No dejará que el mal nos devuelva sólo a la oscuridad. Dios está ahí en cada rayo de esperanza de un final feliz. Su rostro se ilumina de placer en su Hijo unigénito que es la Luz del mundo. El amor de Cristo por nosotros ilumina nuestro estado de ánimo.
Cuando sientas que te invade la oscuridad, que la luz del Señor te bendiga y te guarde. Que su rostro brille sobre ti y te muestre su gracia. Que te mire a los ojos y te dé la paz. Amén.
Oración:
Gracias Señor, porque tu palabra me enseña que, no hay razón para que me angustie ni para que me desespere. Por tanto, Señor, envíame tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu presencia que me lleven siempre delante de ti, por Jesucristo tu Hijo. Amén.