Miércoles 2 de octubre 2024
(Lectura de la Biblia en tres años: 2 Crónicas 7:11–22, Hechos 4:1–6)
LA SOLA ESCRITURA Y LA SANA DOCTRINA
Yo les digo: «¡Aténganse a la ley y al testimonio!» Para quienes no se atengan a
esto, no habrá un amanecer. —Isaías 8:20
La sana doctrina está ligada a la sola Escritura. Eso significa que la Palabra de Dios es la
Biblia y nada más. Hay quienes piensan que la Palabra de Dios incluye también los
razonamientos de famosos escritores, los sentimientos de algunos cristianos e inclusive
las tradiciones practicadas desde la más remota antigüedad. Pero solo la Biblia desde
Génesis hasta Apocalipsis es la Palabra de Dios.
En el texto que meditamos hoy, Isaías insiste en que las cosas espirituales solo pueden
basarse en la Biblia. Cuando dice «ley» se refiere a los cinco libros de Moisés y cuando
dice «testimonio» se refiere al resto del Antiguo Testamento. Más tarde Jesucristo añadió
la literatura del Nuevo Testamento. Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos
inspirados por el Espíritu Santo, tal como Jesús lo había anunciado (Juan 16:13). Desde
que se escribió el último libro del Nuevo Testamento, quedó completa la Palabra de Dios y
no puede añadirse nada más como lo testifica el apóstol Juan: «A todo el que escuche las
palabras del mensaje profético de este libro le advierto esto: Si alguno le añade algo, Dios
le añadirá a él las plagas descritas en este libro. Y si alguno quita palabras de este libro
de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritos en
este libro. (Apocalipsis 22:18-19). El Señor amonestó al pueblo de Israel del Antiguo
Testamento: «Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello
quitarás.» (Deuteronomio 12:32 RV60). Añadir palabra de hombre a la Palabra de Dios o
el omitir parte de lo que ella enseña nos hace merecedores de toda la ira de Dios y solo
gracias a los méritos de Cristo como nuestro sustituto es que somos perdonados. En
gratitud vamos a querer honrar la Palabra de Dios (La Sola Escritura) como nuestra única
autoridad en doctrina y vida cristiana sin añadirle ni omitir lo que ella enseña.
Oración:
Haz, SEÑOR, que la luz de tu Palabra brille siempre en nuestros hogares de modo
que nuestros labios se abran para dar a conocer tu amor en Cristo. Afírmanos en la
verdadera fe; y concédenos crecer en tu fe y en la obediencia a tu voluntad, de
manera que seamos siervos fieles que prediquen y enseñen el Evangelio en nuestro
país y en todas las naciones. Amén.