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Éstos no están borrachos, como suponen ustedes. ¡Apenas son las nueve de la mañana!
En realidad lo que pasa es lo que anunció el profeta Joel: —Hechos 2:15-16

¡¡¡Fanáticos!!! No es inusual que alguno nos tilden de fanáticos cuando queremos hablar de
asuntos espirituales. Desde tiempos apostólicos no ha faltado quien use términos
despectivos para tratar de frenar a los discípulos de Jesucristo. En tiempos del imperio
romano el nombre «cristiano» (significa: el de Cristo) fue usado en tal sentido.

En Pentecostés, a los cincuenta días de la Pascua en que Cristo fue crucificado, Dios envió
el Espíritu Santo. Muchos judíos al ver y escuchar a los discípulos que milagrosamente
hablaban en otras lenguas los tildaron de borrachos. No era la primera vez que lo espiritual
fue tomado por borrachera. En tiempos de los jueces el Sacerdote Elí tuvo por borracha a
Ana cuando ella derramaba su alma delante de Jehová (Ana fue la madre del profeta
Samuel). Tal como la Biblia lo enseña «el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente.» (1 Corintios 2:14, RV95). Por esto no es sorprendente que los no
creyentes piensen que estamos locos o que somos unos tontos cuando queremos consagrar

nuestro tiempo, dinero y todo lo mejor de nosotros al servicio de la fe en gratitud al amor
de Dios demostrado en la cruz. Como lo dice Pedro: «A ellos les parece extraño que
ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad, y por eso los
insultan. Pero ellos tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a
los vivos y a los muertos.» (1 Pedro 4:4-5).

Cuando Pedro oyó que los judíos atribuían a la borrachera la manifestación milagrosa del
Espíritu Santo respondió con convicción y firmeza señalando que aquello era el
cumplimiento de lo anunciado por el profeta Joel. El discurso de Pedro fue claro y sincero,
pero también duro. Pedro no trató de «dorar la píldora». Sus contundentes y duras
declaraciones mostraron a sus oyentes que ellos merecían toda la ira de Dios y la condena
eterna. En ningún momento los engañó con dar a entender que Dios pasaría por alto el
pecado de haber rechazado al Mesías. Dios nos llama a dar a conocer su dura ley sin
suavizarla para nada y las terribles consecuencias de transgredirla. Solo cuando sus oyentes
mostraron desesperación es que Pedro les anunció la buena nueva salvadora.

Oración:

Señor, nos llamaste a tu servicio y por causa de nuestro viejo Adán fallamos en
obedecerte perfectamente. Por los méritos de tu Hijo hemos sido reconciliados y en
gratitud queremos servirte bien. Concédenos la capacidad de hacerlo. Amén.