19 de Enero
No te pierdas a Dios
Pastor Mike Novotny
El otro día saqué mi carpeta absurdamente gruesa de 10 centímetros que contiene mis apuntes de teología de mi clase de doctrina de segundo año. Hacia la mitad del semestre, abordamos la persona y la obra de Jesús: cómo Él es nuestro Profeta que dice la verdad, nuestro Sacerdote que se sacrifica y nuestro Rey que vence a la muerte. ¡Eterno, cosas que salvan vidas! .
Pero mientras hojeaba esas notas, me di cuenta de que me había perdido de algo: de Dios. Los primeros puntos en el esquema de la clase fueron acerca de Dios: su esencia, sus atributos y sus cualidades. Al igual que el Credo de los Apóstoles, esa antigua declaración de la fe cristiana, mis profesores querían que yo empezara pensando en la gloria y la majestad de Dios. ¡Después de todo, el punto de la vida, muerte y resurrección de Jesús fue dar a pecadores como nosotros la oportunidad de estar con Dios para siempre!
Me encanta cómo el profeta Jeremías se centró en la importancia de estar con un Dios tan glorioso: “Por eso digo con toda el alma: «¡El Señor es mi herencia, y en él confío!»” (Lamentaciones 3:24). Lo que nos hace superar las temporadas dolorosas y lamentables de nuestra vida es saber que el Señor es nuestra herencia, que ahora mismo (es, no será) Dios es lo que tenemos, y que Dios es suficiente. ¡Dios ha venido para estar con nosotros y morar en nosotros en este mismo momento!.
Por favor, ¡no te pierdas lo que yo me perdí! Gracias a Jesús, Dios está aquí. ¡El Señor es tu herencia! ¡Imagina esto! ¡Imagínatelo a Él! ¡No te arrepentirás!
Oración:
Señor todo suficiente, en el corazón de todo ser humano hay un vacío tan grande que solo puede ser llenado por Ti, de tal manera que puedo decir que si tengo a Cristo, lo tengo todo y si Cristo me falta, entonces me falta todo. Gracias a tu Hijo, a su obra redentora y al obrar del Espíritu Santo en mi vida soy consciente de que nada me falta pues Tú mismo eres mi herencia. Te suplico me afirmes en la verdadera fe con la confianza de que siempre viviré en tu plenitud, por Jesucristo tu Hijo. Amén.