Viernes 16 de agosto 2024
NO TENGAN MIEDO
En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. --¡Es un fantasma! --gritaron de miedo. Pero Jesús les dijo en seguida: --¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo. Mateo 14 25 al 27
Después del milagro de la multiplicación de los alimentos «Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca, y se le adelantaran al otro lado, mientras él, despedía a la multitud. Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar a solas.» (Mateo 14 22 al 23). Cuando fue al encuentro de sus discípulos, un fuerte viento contrario sacudía la barca. Al verle caminar sobre el agua el temor se apoderó de ellos, al punto que pensaban que veían a un fantasma. ¿Por qué?
Jesús pasó la noche en oración mientras sus discípulos navegaban desde la costa nordeste del mar de Galilea hasta la costa noroeste, o sea desde Betsaida hasta Genesaret. Había mucho por lo cual orar: 1) dar gracias por el milagro de la multiplicación de los alimentos, 2) interceder por esa gran multitud que no había percibido quién era Cristo y cuál era su misión, 3) y también por los discípulos que estaban en la barca, pues como lo anota Mateo, «un fuerte viento contrario zarandeaba la barca.» La palabra traducida «zarandeaba» es un verbo griego que literalmente significa «torturar». Los discípulos ya antes habían lidiado con una tempestad de este tipo (Mateo 8 23 al 27). Pero esto había sucedido en horas de plena luz y Jesús había estado con ellos en la barca. Ahora la oscuridad, y su ausencia, aumentaron su temor, y mucho más cuando Jesucristo viene a ellos caminando sobre el agua. Ninguno de ellos dice: «¡es el Señor!». De plano afirman que ven un fantasma. En el idioma de aquél tiempo un fantasma era una aparición tétrica. Ante esto Cristo les manda: «¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo». Así como cuando al paralítico que no podía ponerse de pie por sí mismo, pero lo hizo a una sola orden de Cristo, de igual modo los discípulos dejaron de temer. El miedo forma parte de nuestra naturaleza y nos sirve a la hora de enfrentar el peligro para no actuar insensatamente. Sin embargo, no siempre podemos controlar nuestro miedo. La orden de Cristo cambió a aquellos aterrorizados pescadores en confiados seguidores del Mesías. Hay mandatos de Cristo que Él ordena, no para que tratemos de obedecerlos, sino para darnos el poder de obrarlos. A esos los llamamos imperativos evangélicos. Como cuando él dice: arrepiéntete, cree, confía. Sin Él, nada de eso es posible. Pero su mandato lo hace posible.
Oración:
Señor, pecador he nacido y lo único que puedo hacer es ofenderte, pecar contra ti y merecer toda tu ira. Por los méritos de tu Hijo conviérteme, y seré convertido. No hagas conmigo conforme a mis rebeliones sino conforme a tu misericordia. Hágase en mí conforme a tus mandatos y promesas evangélicas. Amén.