Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su
propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del
tiempo; —2 Timoteo 1:9
¿Le parece descabellado el título de la meditación de hoy? Sí así fuera, no estaría sin compañía. A
muchos, a través de los siglos, les ha parecido descabellada la afirmación de que las buenas obras
hechas por los seres humanos no son del agrado de Dios. Sin embargo, es la Biblia misma la
enseña tal cosa. ¿Cómo así?
Somos pecadores de nacimiento. Por eso «todas nuestras buenas obras son como un trapo sucio»
(Isaías 64:6, DHH). Dios abomina las obras del pecador tanto como al pecador mismo. Puesto que
todos hemos pecado, aunque sea una sola vez, delante del Señor solo merecemos su condenación
(Romanos 3:23; Salmo 7:11; Santiago 2:10). Solo las obras perfectas agradan a Dios, pues Él es
perfecto, perfectamente correcto, justo y santo. Jesucristo demanda que seamos perfectos
(Mateo 5:48). Pero ninguno de nosotros es perfecto, y en consecuencia, nuestras buenas obras no
lo son. Nos parecen buenas obras porque las medimos con nuestro criterio imperfecto. El único
que hizo buenas obras perfectas y que fue perfecto es Jesucristo. Dios mismo testificó que las
obras de Jesucristo sí le agradan (Lucas 3:21; 9:35; 1 Juan 5:9). Cuando queremos agradar a Dios
con nuestras propias buenas obras solo logramos ofenderlo pues Él no quiere tener nada que ver
con el pecado. Por nuestro pecado y por nuestras buenas obras imperfectas merecemos padecer
toda la ira de Dios en el infierno por los siglos de los siglos. Jesucristo vino para ser nuestro
sustituto y acreditarnos, así, a nuestro favor sus buenas obras. Nos salvó de la ira al padecerla, en
la cruz, por nosotros. Dios acepta gustosamente las buenas obras de Jesucristo, como si fueran
nuestras, cuando, por la fe, nos son acreditadas a nuestro favor. ¿Significa que no tenemos que
hacer buenas obras? Sí, para agradar a Dios no tenemos que hacer buenas obras. Sin embargo, en
gratitud a lo que Cristo Él hizo a favor nuestro vamos a querer vivir santamente y hacer buenas
obras lo mejor que podamos. Dios, por su gracia, añadirá los méritos de Cristo a esas imperfectas
buenas obras para que sean aceptables delante de Él. Puesto que con el mérito perfecto de Cristo
ya son agradables a Dios, Él nos recompensará abundantemente. Puesto que no las merecemos las
llamamos «Recompensas de gracia»
Oración:
Gracias te doy Señor, por el don de tu amado Hijo y por la revelación de tu voluntad y tu gracia:
Te suplico que siembres tu Palabra en nuestros corazones para que produzca en nosotros
buenos frutos y perseveremos en hacer el bien en gratitud a tu amor incondicional de manera
que recibamos tus recompensas de gracia por los méritos de Jesucristo, redentor nuestro.